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Julio Schiappa Pietra / ¡Vamos a la marcha por tuiter!

Un estudio de la Universidad de Harvard ha lanzado un baldazo de agua fría sobre los entusiastas de la protesta callejera en todo el mundo. Creo que se aplica al Perú como anillo al dedo, sea este un dedo de izquierda o de derecha.


Desde 1930 no se ha visto una disminución tan drástica de la eficiencia de la movilización en plazas y calles. La gente sale, pero el impacto en reformas y cambios ha disminuido.


El estudio señala que el activismo y la organización, que requiere tiempo y dedicación, ha dejado lugar al uso de redes, convertidas en ágoras del descontento, centro de combates mediáticos, peleas entre bandos contrarios. Lo más terrible, la gente no saca las zapatillas, sino prefiere ver las protestas por las redes sociales. No todos tienen el patinete del Sr. Erasmo Wong, y la mayoría carece del dinero para los pasajes, y el tiempo, para hacer cuerpo presente en las luchas callejeras.


Los autores del estudio presentan las cifras del poco éxito de las protestas. Entre 2010 a 2020, 64% de estas movilizaciones lograban algún resultado, entre 2020 y el 2021, solo 48%, entre 2021 y 2022 solo van 8% faltando medir pocos meses. ¿Por qué?


Una clave de lo que ha causado este fenómeno es-según el estudio-la ausencia de organización y activismo (de redes y partidos, agrego yo) que afecta la calidad de las adhesiones a las causas, su permanencia en el tiempo, y un asunto esencial: la capacidad negociadora frente al Estado y los gobiernos. Convocados por Internet, no hay líderes que negocien reclamos específicos, no hay petitorio escrito ni reclamos priorizados.


En el caso de las autocracias y democracias en apuros estas debilidades, son un bocadito para sus servicios policiales y de inteligencia, que operan con esquemas muy bien estudiados para la reacción ante las protestas. Copan los medios para instalar una narrativa negativa contra los líderes, generan confusión en las propuestas de diferentes sectores para causar división y usan el tiempo como su mejor amigo para que la disminución de la combatividad mate la fuerza del movimiento. El esquema no es solo represivo, es sobre todo político.


La rebelión en Hong Kong, la Primavera Árabe, el levantamiento social en Chile o la movilización contra el Gobierno de Merino en el Perú, demuestran que la debilidad organizativa, falta de cohesión política y líderes con experiencia, atentan contra el éxito político de las protestas. Muchos prefieren verlas por tuiter.


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