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Yefferson Llonto y Brenda Vallejo / Bicentenario del Perú

Bicentenario del Perú: El impulso del crecimiento económico

Próximo a la celebración del Bicentenario del Perú la principal preocupación de las tres cuartas partes de los ciudadanos peruanos que pertenecían a la clase media tras la mayor crisis mundial económico y sanitario de la COVID-19 es el aspecto económico para cubrir sus necesidades.


Visualizando en la destacada infodemia peruana la crisis de un sistema democrático y la ruptura de la gobernalidad tras el último escenario de la segunda vuelta electoral que ha evidencia el doloroso y enigmático percepción de la mitad de los peruanos de que la institucionalidad y el papel del estado no han ido al unísono con los intereses del bien común de los ciudadanos, destacando la erosión de la élite económica peruana y con agendas políticas casi particular que no han concluido en el bienestar común, siendo la corrupción nuestra principal sello de calidad en casi la última década (Camacho y Sosa, 2021)


En contraposición a nuestro dinámico e incierto escenario político, el Perú fue considerado un caso de éxito económico en América Latina tras la solidez macroeconómica que mostraba un crecimiento que superaba el 5% en la década del año 2000 con un producto bruto interno per cápita promedio entre US$ 2,000 y US$ 7000 dólares, dado el auge del alto precio de los comodities que han concluido en la reducción de la pobreza en 10% en los últimos cinco años, la consolidación de la clase media y reducción de brechas sociales que fue el producto de las reformas estructurales de los años 90, la solidez del entorno macroeconómico y las condiciones externas favorables.


Sin embargo, diversas investigaciones coinciden que la ilusión del crecimiento económico peruano o denominado milagro económico pronto con la llegada del virus SARS COV-2 desnudaría las reformas sociales pendientes ante la vulnerabilidad del 40% de la clase media peruana dado la ralentización del crecimiento económico que trajo consigo el retroceso de los avances sociales, pues crecer sin productividad ha acentuado la ya elevada tasa de informalidad, incremento de las brechas sociales de educación, salud, acceso a servicios básicos, agricultura, pendientes reformas de la institucionalidad, tributarias, laboral, justicia, descentralización, sistema de seguro social, innovación, tecnología, entre otras que afecta principalmente a la competitividad del país y el bienestar de sus ciudadanos. (FMI, 2020)


De ahí que el próximo reto peruano es el crecimiento de su economía bajo productividad de factores, pero para ello se necesita consolidar a la clase media vulnerable, un shock de reformas sociales basado en una gestión eficiente y eficaz basado en resultados de los tres niveles de gobierno, la cobertura de seguridad social, la flexibilización del mercado laboral, potenciar el capital humano, priorizar políticas públicas de incentivo al empresariado peruano, diversificar la matriz productiva, entre otros que permita un renovado impulso de cambiar los factores estructurales internos que al actual escenario política a puestos en shock a las decisiones de inversión, el empleo y al latente riesgo de una nueva ola de reinfección, pudiendo quedar en el olvido lo avanzando tras el enigmático y confrontante decisiones del nuevo modelo económico de los hacedores públicos peruanos.


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